Enséñame tus manos
A veces las cosas se tuercen te digo por cierto y te encuentras frente a ese desierto abierto con el hielo mudo y el coraje lento tan viejo como el mismo mundo el cariño y el despecho, el camino se hae andando, si pero un desierto es un desierto. Ya sé por qué le ganó a nuestro labio el silencio, y es que el reloj no tiene el tiempo no tiene el miedo.
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