Con las ganas
Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos. Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca. Me disfrazo de ti. Te disfrazas de mí. Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris.
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