Tú vas al banco y yo prefiero la alcancía, Oigo Serrat y tú prefieres locomía, Tú vas al punto yo voy por la fantasía, Parece que el amor no entiende de ironías. Quién diría, quién diría que son años, Los que ya llevamos juntos de la mano, Quién diría, quién diría que lo importante, Es aceptarte y que me aceptes como humano.
Hoy se derrumba, mis sueños en tus brazos. Mi corazón se acelera, el aire es escaso y el miedo me llena, siento que voy a morir. Ya no puedo respirar sin la paz que tu me das, no me quiero resignar a terminar. Pero esta vez se por primera vez que no hay vuelta atrás...
Hoy me he levantado y ya perdí la cuenta, si te fuiste hace un rato o ya son mil años que, no vives aquí, con las telarañas de cada rincón, de esta desolada y triste habitación será, que tengo que limpiar, cada recuerdo tuyo, tus huellas que en mi piel, aún se dejan ver, tu nombre que no sé olvidar, perdóname, entiéndeme, si pienso en ti otra vez, no fuiste tú quien se marchó...
Voy a desnudar tu alma beso a beso hasta sentir que tu cuerpo se derrama como lluvia sobre mÍ. Por el borde de tu espalda voy a dibujar mi amor, sin ocultar esta pasión. Cada latido de tu corazón, cada suspiro tuyo me pertenecerá.
Cuando estoy contigo se detiene el tiempo, se acaban mis penas y mi sufrimiento. Nada es mas hermoso que este sentimiento que tengo yo por ti y me pierdo en tu mirada nena bajo las estrellas y la luna llena...
Bailar pegados es bailar igual que baila el mar con los delfines, corazón con corazón en un solo salón, dos bailarines. Abrazadísimos los dos acariciándonos, sintiéndonos la piel nuestra balada va a sonar vamos a probar, probar el arte de volar.
Para ese amor imposible, para ese amor de tu vida... Dedícale estas hermosas imágenes para demostrarle lo que sientes...
He escuchado mis latidos que reclaman fuerte tu nombre, y hoy más que nunca he decidido que voy a estar contigo hasta el fin de los tiempos, porque eres el amor de mi vida...
A veces me encuentro contigo cuando no te espero, tras la sorpresa me toca pensarte. Érase una vez este maldito cuento. Aún sigo creyendo en el polvo de las mariposas no quiero unas alas que vengan ya rotas, el mar siempre supo guardarme el secreto. Él me pide su trozo de arena y después lo pervierte vaciando montañas para cuando llegue aquella que le hace bajar la marea.