Yo estaba vestido de Habanero,
Tú dijiste adiós con la mirada,
Mientras que sonaba un tan Romeo,
En un balcón de la vieja Habana.
No hay nada más perro, que el amor,
Porque muerde siempre antes que ladra.
Me latio tan fuerte el corazón,
Me dijiste "ven" desde la barra.
Y yo te dije: "niña te invito a un mojito",
Tú me dejaste clarito que la cosa no iba así,
(Oye la cosa no va así)
Y fue entonces, cuando le pedí a la virgen
De la caridad del pobre que intercediera por mi,
(Ay que intercediera por mi)
De repente, tú cambiaste de semblante,
Me empezaste a ver galante,
Y yo te dije eres mi atril.